Ratón Simplón y el Depósito de Dientes

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Es un silencioso y humilde homenaje a María Elena Walsh, su magia iluminó la vida de millones de chicos, entre ellos yo. Van unas líneas del texto.

 

“Ratón Simplón y el Depósito de Dientes”

“…Lo cierto es que, el ratón aventurero, invirtió gran parte de su dinero en el depósito porteño. En aquel lugar, entraban dientes y salían monedas relucientes. Con sus más y con sus menos el negocio funcionó. Los ratones argentinos, generación tras generación, siguieron la tarea manteniendo viva la ilusión: ponían monedas y quitaban dientes de almohadas calientes. En la oscuridad de la noche, los ratones diligentes alegraban las mañanas de los chicos obedientes. Pero como suele pasar hasta en las mejores familias, cualquiera sea la especie: ratones, humanos o leones  apareció un despilfarrador y  pésimo administrador. El depósito quebró pero los niños desdentados de la ruina se salvaron, gracias a un osado ratón llamado Simplón…

… Este singular roedor, gran recolector,  se especializaba en la recuperación de objetos metálicos de pequeña dimensión. Pero como de tonto no tenía un pelo  pasaba de anzuelos, ganchos peligrosos y señuelos difíciles de transportar y complicados de arrastrar.

Y así andaba nuestro ratón, dale que va,  recogiendo y entregando su mercadería al peso  a  cambio de un pedazo de queso y otras vituallas más de ratonesca necesidad.

Cuando en su Buenos Aires natal la cosa se puso mal y la mercadería comenzó a escasear,  dejó de lado su título de especialista y empezó a acopiar lo que encontraba a simple vista. Usando su sesera,  muy pronto concluyó en que una aguja con  botón eran de mayor valor que un tornillo con anillo. Claro que un día la situación se puso peor y luego mucho peor. Sí señor, todo faltaba y nada sobraba y lo poco que quedaba mucho se cuidaba. Así fue como Simplón, sin nada que recoger, el trabajo fue a perder…

…Con su equipaje prolijamente preparado y al reparo de miradas indiscretas, comenzó su periplo camuflado bajo una  bolsa de supermercado…

…Recorrió la Avenida Entre Ríos trepando cornisas, atravesando balcones y deslizándose por cables, cuerdas y cordones. Una astuta forma de aprovechar extrañas conexiones. Al llegar a la Avenida Vélez Sarfield  decidió continuar bajo el asfalto. Se zambulló en una alcantarilla y navegó por cloacas y tuberías cambiando de embarcación, según los objetos flotantes que encontraba a su disposición…

…Al patio fue a dar con tanta mala suerte que sobre el gato del párroco logró aterrizar. Tan dormido estaba el felino que cuando se terminó de desperezar y lamerse sus mocañas -mezcla de mocos y lagañas- ni la sombra de Simplón pudo encontrar…

…Bien, les decía que Simplón asomó sus bigotes en el preciso momento en que el rematador formulaba la pregunta de rigor:

– ¿Se encuentra en el salón algún pariente del finado derrochón?

– ¡Uya! No me diga que se murió, con el viajón que hice yo  – dijo Simplón con cara de “quemacana” y de la impresión se puso más blanco que la porcelana…

– ¿Y usted quien es, joven? ¿No será un ratón albino?– preguntó el martillero,  alisándose sus engominados bigotes de ratón usurero.

– ¿Quién, yo? – recobrando el color nuestro amigo respondió.

– Sí, usted, el del rodete estrafalario y aspecto de corsario – aclaró el subastador comenzando a perder la paciencia ante la cara de estupor…”